Un equipo de investigadores descubrió que, quienes limitaban su alimentación a menos de ocho horas diarias debido al ayuno intermitente, se enfrentaban a un riesgo 135 % mayor de morir por enfermedad cardiovascular (problemas cardíacos y vasculares) que quienes comían durante un rango de más de 12-14 horas.
Un riesgo cardiovascular elevado significa que, según la salud, el estilo de vida y los datos médicos de una persona, esta tiene más probabilidades que otros participantes del estudio de desarrollar problemas cardíacos, como un infarto o un derrame cerebral.
El vínculo con la mortalidad general (muertes por cualquier causa) fue más débil e inconsistente. Pero el riesgo cardiovascular persistió en todos los grupos de edad, sexo y estilo de vida, incluso después de pruebas rigurosas.
En otras palabras, el estudio solo encontró un vínculo débil e inconsistente entre la alimentación restringida en el tiempo y el total de muertes. Sin embargo, el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular fue considerablemente mayor.
Los autores enfatizaron que el estudio no demuestra una relación causal. Pero la señal es lo suficientemente impactante como para cuestionar la idea de que el ayuno es una vía segura para una mejor salud.
Detalles de la investigación
Los investigadores monitorizaron a adultos estadounidenses durante ocho años. Para comprender sus hábitos alimenticios, se les pidió a los participantes que recordaran todo lo que comían y bebían en dos días distintos. Eso sí, con unas dos semanas de diferencia.
A partir de estos «recuerdos dietéticos», los científicos calcularon el intervalo de alimentación promedio de cada persona y lo consideraron representativo de su rutina a largo plazo.
Quienes comieron dentro de un intervalo de ocho horas se enfrentaron a un mayor riesgo de morir de enfermedad cardiovascular que quienes distribuyeron las comidas a lo largo de 12 a 14 horas, según el estudio.
Encontraron que el riesgo cardiovascular elevado era constante en todos los grupos socioeconómicos. Es más alto entre fumadores y personas con diabetes o enfermedades cardíacas preexistentes. Por lo que sugiere que deberían ser especialmente cautelosos con los intervalos de alimentación estrechos a largo plazo.
El vínculo se mantuvo incluso después de ajustar la calidad de la dieta, la frecuencia de las comidas y los refrigerios, y otros factores del estilo de vida, según los investigadores.
La dieta es más importante que el tiempo en el que se ingieren alimentos
La dieta es un factor clave en la diabetes y las enfermedades cardíacas, por lo que no es de extrañar que se asocie con una mayor mortalidad cardiovascular, afirmó Victor Wenze Zhong, autor principal del estudio revisado por pares en Diabetes & Metabolic Syndrome: Clinical Research and Reviews.
«El hallazgo inesperado es que mantener una ventana de alimentación corta, de menos de ocho horas, durante años se relacionó con un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular», dijo Zhong.
Esto contradice la creencia popular, respaldada por estudios a corto plazo que duran solo unos meses o un año, de que la alimentación restringida en el tiempo mejora la salud cardíaca y metabólica.
Ventajas y desventajas del ayuno intermitente, según un endocrinólogo
En un editorial complementario en la misma revista, Anoop Misra, destacado endocrinólogo, analiza las promesas y las desventajas del ayuno intermitente.
Como aspecto positivo, aseveró que múltiples ensayos y análisis sugieren que puede promover la pérdida de peso, mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir la presión arterial y mejorar los perfiles lipídicos, con cierta evidencia de beneficios antiinflamatorios.
También puede ayudar a las personas a controlar la glucemia sin un conteo estricto de calorías. Se adapta fácilmente a las prácticas de ayuno culturales o religiosas y es fácil de seguir.
«Sin embargo, las posibles desventajas incluyen deficiencias nutricionales, aumento del colesterol, hambre excesiva, irritabilidad, dolores de cabeza y una menor adherencia con el tiempo», afirma Misra.
«Para las personas con diabetes, el ayuno sin supervisión conlleva el riesgo de caídas peligrosas de la glucemia y promueve la ingesta de comida chatarra durante la ventana de alimentación. Para los adultos mayores o las personas con enfermedades crónicas, el ayuno prolongado puede empeorar la fragilidad o acelerar la pérdida muscular».
Claramente, por ahora, el mensaje no se centra tanto en abandonar el ayuno por completo como en adaptarlo al perfil de riesgo de cada persona. Hasta que la evidencia sea más clara, la mejor opción podría ser centrarse menos en el reloj y más en el plato.
Información de BBC / Redacción Goal Line
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